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A Special Morning

Las croquetas de mi abuelita

Una mañana soleada, una niña llamada María se despertó con una gran sonrisa. Estaba emocionada por visitar la casa de su abuela. Su abuela, Abuelita, hacía las mejores croquetas del mundo. A María le encantaba pasar tiempo en la vieja cocina, viendo a Abuelita cocinar. Hoy iba a ser un día especial.
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María entró en la vieja y acogedora cocina y vio a Abuelita preparando los ingredientes. Había berenjenas, patatas y especias sobre la mesa. La cocina olía de maravilla, como ella recordaba. El abuelo de María, Abuelo, estaba sentado en su vieja silla, sonriéndole. Se sintió feliz y querida.
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Abuelita le pidió a María que la ayudara con las croquetas. María está encantada. Mezcló cuidadosamente los ingredientes mientras Abuelita le enseñaba a dar forma a las croquetas. Se rieron y hablaron de los viejos tiempos. María se sintió orgullosa de aprender de su abuela.
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Abuelita le habló a María de un ingrediente secreto que hacía especiales sus croquetas. Los ojos de María se abrieron de curiosidad. Abuelita le susurró que era una pizca de amor. María soltó una risita y añadió la pizca de amor a la mezcla. Sabía que el amor lo mejoraba todo.
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María y Abuelita empezaron a cocinar las croquetas juntas. El chisporroteo llenaba la cocina y el aroma era delicioso. Abuelo las miraba con una gran sonrisa. María se sintió parte de una maravillosa tradición. Sabía que ese momento sería un recuerdo imborrable.
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Por fin estaban listas las croquetas, y tenían un aspecto delicioso. María, Abuelita y Abuelo se sentaron a la mesa para disfrutar de la comida. Hablaron y rieron, compartiendo historias del pasado. María se sintió agradecida por su familia y por el tiempo que pasaban juntos. Las croquetas sabían aún mejor de lo que recordaba.
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María se dio cuenta de que cocinar con Abuelita era algo más que hacer comida. Se trataba de amor, familia y tradiciones. Se prometió a sí misma recordar siempre la receta y los momentos especiales que compartieron. María sabía que algún día transmitiría esta tradición a sus hijos. Sentía una profunda conexión con sus raíces.
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Al terminar el día, María abrazó fuertemente a Abuelita y Abuelo. Les dio las gracias por el maravilloso día y las deliciosas croquetas. El corazón de María estaba lleno de felicidad y amor. Sabía que, fuera donde fuera, los recuerdos de la cocina de su abuela la acompañarían siempre. Fue un día que nunca olvidaría.
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THE END